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Lozoyuela

Este municipio madrileño de la cuenca del Lozoya está formado por tres localidades diferenciadas: Lozoyuela, Las Navas de Buitrago y Sieteiglesias. No obstante, se suele conocer sólo como Lozoyuela.

Se encuentra a unos 65 kilómetros de Madrid y supera los 1.000 habitantes. Es un localidad con un inconfundible sello rural y espléndidos parajes.

Lozoyuela fue fundada por unos vecinos de Lozoya que se negaban a pagar impuestos en su localidad según narra la leyenda. Sieteiglesias se relaciona con los templos, seis ermitas y una iglesia, que parece que tuvo. Y Las Navas de Buitrago delata su pertinencia al señorío de Buitrago.

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La plaza de La Cibeles

La plaza de Cibeles se halla en la intersección de la calle de Alcalá con el paseo de Recoletos y el paseo del Prado. Es uno de los lugares más visitados y simbólicos de Madrid.

En el centro de la plaza, se alza la famosa Fuente de la Cibeles. En cada esquina, se levantan cuatro edificios emblemáticos como el Palacio de Buenavista, sede del Cuartel General del Ejército; el Palacio de Linares/Casa América; el Palacio de Comunicaciones, hoy en día sede del Ayuntamiento; y el Banco de España.

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La Sierra de Guadarrama

La Sierra de Guadarrama es uno de los sectores que forman el Sistema Central, poderoso muro separador de las dos mesetas castellanas. La proximidad a Madrid y la suavidad de las temperaturas estivales la han convertido en lugar de esparcimiento vacacional.

La Sierra de Guadarrama se extiende a lo largo de unos 100 kilómetros con orientación noroeste-suroeste entre las provincias de Madrid y Segovia. Destacan sus montañas, sus sendas, sus embalses, su fauna y su flora.

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Torrelaguna, la belleza de la cuenca del Jarama

Torrelaguna se halla a 58 kilómetros de Madrid en la vega del río Jarama y a una altitud de 744 metros. Es una villa cargada de historia, con un destacado patrimonio arquitectónico y un precioso paisaje. Desde 1974, el conjunto urbano de Torrelaguna ostenta la condición de Monumento Artístico Nacional.

Se trata de uno de esos pueblos madrileños que deben ser visitados durante un fin de semana. En Torrelaguna, nació el Cardenal Cisneros y fue la villa de residencia de María Toribia, la esposa de San Isidro El Labrador y conocida posteriormente como Santa María de la Cabeza.

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Puente de Segovia y Puente de Toledo

En Madrid podemos encontrar una docena de puentes de categoría y conocidos, amén de otros de menor entidad. Entre todos ellos, voy a destacar dos bellos, historicos y singulares: el Puente de Segovia y el Puente de Toledo. Dos puentes que forman parte del corazón de la capital.

El Puente de Segovia:

Este puente de estilo renancentista fue obra del reputado arquitecto Juan de Herrera (constructor del Monasterio de El Escorial y el Palacio Real de Aranjuez) . Se halla en el cruce de la calle de Segovia con el río Manzanares. Es el puente más antiguo de Madrid, entre los que siguen en pie. Se construyó entre 1582 y 1584.

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La cueva de la Luna en Titulcia

La Comunidad de Madrid tiene lugares mágicos, si bien desconocidos por el gran público. Uno de ellos lo podremos encontrar en Titulcia, pequeño pueblo del sur madrileño, situado a unos 40 kilómetros de la capital, junto al río Jarama.

En 1952, Titulcia pasó a la historia. Allí se descubrió la llamada Cueva de la Luna, una extraña cueva artificial. Se trata de una serie de galerías que habían permanecido ocultas durante muchos años.

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La Iglesia de San Ginés

Madrid cuenta con innumerables iglesias y centros religiosos. Vamos a conocer una de ellas: La Iglesia de San Ginés, una de las iglesias más antiguas de la capital. Se trata de un templo católico bajo la advocación de San Ginés de Arlés quien fue un mártir fallecido en los primeros años del siglo IV.

Las fachadas de esta iglesia dan al número 13 de la Calle del Arenal (por el norte, al número 8 de la Calle de Bordadores (oeste), a la Plazuela de San Ginés (sur) y el Pasadizo de San Ginés (este), muy cerca de la Puerta del Sol y la Plaza Mayor. Seguir leyendo

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Mis cafés de Madrid

Madrid cuenta con miles de cafés de todo tipo. Algunos son pequeños, pero agradables; otros grandes, pero sin carisma; varios modernos; algunos antiguos; bastantes impersonales; unos cuantos con encanto, y finalmente me quedo con mis preferidos. Ahí van :

1º. Café Comercial: (Glorieta de Bilbao, 7):

Un café con solera (fundado en 1887) ubicado en plena Glorieta de Bilbao y cerca de varias zonas de marcha nocturna. Destaca por su comodidad, amabilidad y tranquilidad. Su público es de todo tipo. Ideal para los aficionados al ajedrez ya que es la sede del Club de Ajedrez Café Comercial. Como curiosidad fue de los primeros cafés en contratar camareras.

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La Casa de Campo, el pulmón de Madrid

La Casa de Campo es una de las joyas de Madrid. Un paraje incomparable donde uno puede disfrutar, hacer deporte, pasear, sentir la naturaleza y alejarse del mundanal ruido. Además, sus casi 2.000 hectáreas suponen el auténtico pulmón de Madrid. Es el mayor parque de la capital de España (duplica la superficie del Bois de Bolougne de París, es cinco veces más grande que el Central Park de Nueva York o 6,5 veces más amplio que Hyde Park de Londres).

La Casa de Campo está al oeste de Madrid. Se puede llegar en Metro apeándose en las paradas de Casa Campo, Batán y Lago. Las líneas de autobús que nos dejan en este parque son: por el sur 25, 31, 33, 36, 39, 55 y 65; por el este 41 y 75; y por el norte 160 y 161. Además, se puede acceder en el teleférico que sale de la calle Pintor Rosales en pleno Parque del Oeste.

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Patones, el pueblo de las leyendas

Entre los pueblos de Madrid, uno destaca por su leyenda que ha contribuido a crear su mito: Patones. Se han difundido muchas leyendas en torno a Patones, casi todas con escasa o nula base documental, pero una constante repetición ha conseguido convertirlas en hechos probados.

Patones se halla a 60 kilómetros de Madrid, en la cuenca del Jarama y en el noreste de la provincia. Se encuentra a 832 metros de altitud y su población no llega a 500 habitantes. A mediados de los años 50 del siglo XX, los vecinos comenzaron a asentarse en la parte, Patones de Abajo, y paulatinamente el pueblo de arriba fue quedando abandonado y casi en ruinas por la irregular calidad de sus construcciones.

En los últimos años, Patones de Arriba ha salvado su soledad gracias a una poderosa oferta hostelera y gastronómica (en verano y durante los fines de semana la afluencia resulta masiva). También viven allí artistas y amantes de la vida rural.

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