Dormir y comer en Chinchón

Chinchón es un precioso pueblo de reminiscencias manchegas, célebre por su anís y su plaza porticada, que sirve de escenario para las corridas de toros y también para la Pasión. Chinchón es uno de los lugares más turísticos de la Comunidad de Madrid.

Para alojarse en Chinchón durante nuestra visita, os recomiendo estos tres establecimientos hoteleros:

1º. Hotel Condesa de Chinchón (Calle de los Huertos, 26):

Se trata de un hotel moderno y de tres estrellas situado a unos cincuenta metros de la plaza Mayor y ubicado en un edificio que mantiene el estilo tradicional de la arquitectura local. Dispone de 35 habitaciones acogedoras y muy bien equipadas.

2º. Parador de Turismo (Calle de los Huertos, 1):

Se halla en un antiguo convento agustino del siglo XVI y ofrece todas las ventajas de este tipo de establecimientos. Las habitaciones ocupan las antiguas celdas. Además, cuenta con jardín y piscina. Sobresale su salón comedor llamado El Bodegón.

3º. La Casa del Convento SPA (Calle Zurita, 7):

Está cerca de la Casa de la Cadena y del parador de turismo. Inaugurado en 2009 es posiblemente el más elegante y socilitado del pueblo.

Por otro lado, si queremos comer durante nuestra estancia en Chinchón, podremos elegir entre varios establecimientos como los siguientes:

1º. La Balconada (Plaza Mayor, s/n):

Se encuentra en el lugar donde está tristemente la famosa columna de los franceses. Presenta un marco muy agradable con varias salas decoradas con azulejos y grabados y terraza en la balconada. Destaca su cocina de la zona y los vinos de Chinchón.

2º. Mesón de la Virreina (Plaza Mayor, 21):

Se trata de una de las direcciones más clásicas y recomendables de Chinchón. En primer lugar, hay que destacar la balconada que da a la Plaza Mayor, muy solicitada en verano, y luego, una buena cocina inspirada en los platos más tradicionales.

3º. Mesón Cuevas del Vino (Benito Hortelano, 13):

Es un restaurante montado en una antigua almazara, restaurado y redecorado durante años por su propietario. Se ha convertido en una especie de museo. Por un lado, el marco resulta alucinante, fijaos en la huella dejada  por los famosos en forma de firma sobre las tinajas de barro. En cambio, la cocina se limita a salir del paso ofreciendo el «tipismo» de la zona.

Foto vía Restaurantes.com

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