Miraflores de la Sierra

Miraflores de la Sierra es una localidad situada a 49 kilómetros de Madrid, en un valle delimitado por los grandes bloques del Sistema Central. Desde Miraflores de la Sierra se llega a los puertos de Canencia y La Morcuera en plena sierra madrileña.

Dicen que a la carretera que trepa por el puerto de La Morcuera le gustaba acudir a Manuel Azaña para echar allí la tarde. Antes la jovencísima esposa de Felipe IV, Isabel de Borbón, admiró la belleza de este paraje y consiguió que se le cambiará el nombre de Porquerizas por Miraflores de la Sierra.

A finales del siglo XISX, destacados miembros de la burguesía levantaron sus villas de veraneo a la vera de los caminos que llevan a Rascafría y Canencia. Se trata de grandes hoteles con generosos jardines, al borde la carretera, en clave de arquitectura de montaña en la que no faltan detalles modernistas.

Esta vocación no ha cedido hoy en día y puede observarse claramente en las laderas del barranco que ofrece el río Miraflores y, ya con menos gracia, en las inevitables promociones de casitas adosadas. Tuvo el municipoo veranenantes ilustres como el poeta Vicente Aleixandre, enamorado de la desaparecida olma de Miraflores. Una exposición permanente abierta en la Casa de Cultura recuerda su presencia.

La mayoría del casco antiguo de Miraflores ha permanecido a salvo de agresiones inmobiliarias y se puede completar un maravilloso paseo por él mismo. Por desgracia, el gran álamo negro, vencido por la grafiosis, es ahora un triste monumento a sus 300 espléndidos años de vida.

Este monumento al álamo se encuentra en el extremo de la peatonalizada calle de Jerónimo Sastre, centro neurálgico de la ciudad. Justo al lado se halla la plaza de España, con el ayuntamiento y su campanil, y un buen muestrario de arquitectura.

Por otro lado, sobresale la Fuente Nueva, una magnífica fuente de piedra de 1791. Supone el emblema de Miraflores de la Sierra y ha sido punto de encuentro durante generaciones.

Por último, hay que visitar la iglesia de Nuestra Señora de Asunción, la estatua dedicada a los perreros en la plaza del Rollo, el bonito arco apuntado de la calle Riaza y el monumento al Tío Francachella, pastor que mató más de 200 lobos.

Foto vía Alquileres de Vacaciones

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