Cadalso de los Vidrios

Cadalso de los Vidrios es pueblo ubicado a unos 80 kilómetros  al suroeste de la capital de España, en el límite con las provincias de Toledo y Ávila.  Apenas llega a los 3.000 habitantes.

El origen del nombre no se conoce con seguridad, si bien se habla de un asentamiento judío en este lugar durante  la dominación romana  denominada «Cadalfarum» del que podría haber derivado el nombre  de Cadalso. El añadido «de los Vidrios» se refiere a unas reputadas  fábricas de vidrio ubicadas en este municipio.

Cadalso de los Vidrios es un pueblo serrano al amparo de la sierra de Gredos que ha sabido mantener su encanto y atractivo monumetal, aunque algo alterado por las urbanizaciones de chalés de los últimos tiempos.

Zona habitada desde la Antigüedad, Cadalso de los Vidrios adquirió notabilidad al fundar en ella el rey Carlos III la Real Fábrica de Vidrios Soplados. Estos hornos estuviern operativos hasta principios del siglo XX, cuando fueron clausurados.

Por otro lado, en este pueblo serrano sobresale la iglesia de Nuestra Señora de Asunción, de estilo gótico.  Su construcción se inició durante el reinado de Isabel la Católica con piedra de la vieja muralla árabe y fue concluida a lo largo del siglo XV.  Se trata de un templo de amplias dimensiones, unos 1.000 metros cuadrados, con cinco capillas laterales, una sacristía y una pila bautismal.

Además, en Cadalso de los Vidrios quedan algunas residencias nobiliarias, como el palacio de Villena, mandado construir por don Alvaro de Luna. Erigido  en el siglo XV, posee una planta rectangular y dos fachadas, una norte que se halla almenada y una sur con arquería de medio punto. Las sucesivas reformas le han dado un aire más renacentista. Además. consta de un jardín del siglo XVI con un amplio estanque en piedra que recuerda al que está junto al Monasterio de El Escorial.

Por último, sobresale el Carnaval de las Animas, el más antiguo de la región madrileña. La Hermandad de las Ánimas Benditas subastan las piezas obtenidas en la «Caza de Devotos» y piden limosna ataviados con sus bandas e insignias con el objeto de sufragar misas por los difuntos. Hay que fijarse  en  el «Revoloteo de la Bandera» que tiene lugar  las tardes de Carnaval, siguiendo un ritual ancestral.

Foto vía Cadalso Vive

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