La obra de Zurbarán llena de misticismo el Museo Thyssen-Bornemisza

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Hasta el próximo 13 de septiembre,  una gran retrospectiva en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid arroja luz nueva sobre la obra Francisco de Zurbarán, un gran artista de la Contrarreforma, merced  a los descubrimientos de las últimas décadas.

«Zurbarán: una nueva mirada» representa un recorrido por 63 de sus obras, la mayor parte de gran formato, sobre un fondo ocre que resalta la luminosidad y el color recuperados después de largas y  minuciosas restauraciones.

La reproducción de un gran  grabado de Sevilla sirve de punto de arranque a esta muestra, que se compone de  un recorrido cronológico por la obra de este contemporáneo y amigo de Diego Velázquez.

En este lugar, Zurbarán(1598-1664) pasó  su juventud y realizó buena parte de su producción, en un taller que era como una auténtica fábrica.  Pero antes de llegar a las series que hizo para monasterios, templos y conventos, sobresale una de sus obras maestras de juventud: «San Serapio».

Este óleo proveniente del Wadsworth Atheneum Museum (Estados Unidos) sólo había sido exhibido antes  en España en una ocasión, hace más de 50 añoso. En él, se puede ver esa concepción tenebrista de la luz que tanto definió su estilo, caracterizado  por la solemnidad de sus personajes y sus escultóricas figuras.

También Zurbarán fue  un maestro del color, como se puede ver en la  «Adoración de los Reyes Magos», procedente del Museo de Grenoble (Francia) y una de las piezas más  importantes de los grandes ciclos monásticos que pintó en torno a lo sños 1638-39. O de su «Santa Apolonia«, cedida  por Museo del Louvre, que como el resto de sus pinturas sobre santas aparece  presentada deforma totalmente novedosa para la época: sola, con una mirada muy  expresiva y ataviada con ricos trajes.

Por último, el gusto por el detalle, sin importar el formato del cuadro, es otra de los hitos de esta exposicion.  Su maestría para capturar las texturas se refleja tanto en las telas (en lienzos como el «San Ambrosio» se puede apreciar incluso las puntadas o dobladillos)  como en las porcelanas y lozas de su «Bodegón con cacharros». Así, sobresale la sala dedicada a sus naturalezas muertas, en la que brillan varios bodegones de su hijo y alumno aventajado Juan de Zurbarán.

Foto vía El Confidencial

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